Si, lo confieso, algunos días me tiraría
por la ventana antes de terminar mi jornada laboral.
Y no hablo de la que
comienza a las 8 y finaliza a las 15:40 h, no. Hablo de la que viene después. Los
hijos, normalmente, son más difíciles de tratar que el jefe más despiadado y
xxx (poned aquí el insulto más gordo que conozcáis) que podáis echaros a la
cara.
Los nuestros (porque no son solo míos)
han llegado a conocernos tan bien, que saben qué tecla tocar para que saltemos…
o eso nos hacen creer, porque luego, te pones a leer un poco y te encuentras
con personas que dicen que “los niños no son malos por naturaleza” si no que,
como en la canción “el mundo los hace así”.
Y es que la forma de educar que
usaron nuestros padres y que se dividía en:
-
EDUCACIÓN SEVERA: Control excesivo. Orden sin
libertad (ninguna opción): “Tú lo haces porque yo lo digo”.
-
EDUCACIÓN PERMISIVA: Sin limitaciones. Libertad
sin orden (opciones ilimitadas): “Puedes hacer lo que te apetezca”.
Se ha quedado obsoleta con esta nueva hornada
de niños digitales, inmediatos (con el “ya” en la boca todo el rato) y la
paciencia como asignatura pendiente / suspensa.
Por eso, desatendiendo a mi norma de “no mirar NUNCA en Internet” te pones a “bichear” y aparecen cientos de
referencias sobre una nueva forma de educar que se llama “DISCIPLINA POSITIVA, que
se basa en la comunicación, el entendimiento y la empatía. No incluye ni el
control excesivo ni la permisividad y huye del castigo.
Esta panacea, este remedio de
todos los males parentales del mundo se basa en:
-
EL RESPETO MÚTUO: Los adultos tienen que
aprender a educar con amabilidad y respetando las necesidades del niño. Sí, claro, cuando mi pequeño me llama “caraculo”
porque no quiere venir a desayunar me está respetando.
-
APRENDER DE LOS ERRORES: Los errores son una
oportunidad para educar. ¿Pero qué me
están contando? Si tienen la memoria del
pez…
-
SIN CASTIGOS: El castigo es efectivo a corto
plazo, pero tiene consecuencias negativas a largo plazo. Hay que enfocar hacia
soluciones y no hacia castigos. Me parto,
a veces he llegado a castigarles “a no respirar” y aún así me siguen tomando
por el pito del sereno.
-
COMUNICACIÓN EFECTIVA: Hay que desarrollar
habilidades para resolver problemas y conectar con el niño "¿Qué? Pero si cada vez que les hablas o les pides algo parece que estén
“comunicando”: "pi, pi, piiiiiii"
-
SER ALENTADORES: Cuando alentamos, ponemos
atención al esfuerzo y la mejoría, no simplemente al éxito, esto fortalece la
autoestima. Jajajaja, me parto, ya me veo
con los pompones diciendo “venga, animo, que tú puedes (en todo caso debería decírmelo
a mí misma y a mi SANTO).
Llamadme retrógrada porque, como
veis, soy un pelín escéptica con este tipo de educación, me suena a cuento
chino, a “QUÉ BONITO EN LA TEORIA” pero que luego no funciona en la práctica.
No soy amante los cachetes, a
veces se me escapa uno y termina doliéndome más a mí, porque a ellos, a los dos
segundos se les ha olvidado. Y en cuanto los castigos, ya no sé qué inventarme,
todo está ya muy visto, y por eso, al final, terminan no cumpliéndolos…
Me parece bien utilizar la
firmeza y la amabilidad con dignidad y respeto, pero, sinceramente, no veo cómo
lograrlo. Me parece MUY DIFÍCIL utilizar frases amables y actitud cariñosa
cuando “se está regañando” y, por supuesto, no me veo capaz de hacerles
preguntas para que me cuenten por qué se están comportando mal… ni ellos mismos
lo saben… (¿para qué seguir haciendo sangre?)
Por otro lado, eso de que “juntos
decidiremos las reglas que nos convengan a todos” me suena a chirigota
gaditana, a chiste de Jaimito. ¿Desde cuanto tres “micos” (llamados así desde
el respeto y el cariño) deciden como debemos educarlos su padre y yo?.
El caso es que voy a intentar
#reinventarme usando lo que me parece bien de la “DISCIPLINA POSITIVA” mientras
encuentro “mi propia versión de LA BUENA EDUCACIÓN” ( Y no hablo de la película
de Almodovar, ah!, no, que esa era “La Mala Educación”… de esa podría escribir
un Master).
Besos
Carmencita