Ayer escuché que cada 7 segundos
alguien enferma de Alzehimer en el mundo. Cada 7 segundos alguien comienza a
perder sus recuerdos, sus vivencias, a volverse un poco más robot y un poco más
agresivo, a no poder controlar lo que dice y lo que piensa, ni sus movimientos, ni sus instintos.
Triste ¿verdad?
Hoy, día Mundial del Alzheimer,
nos daremos una vez más de bruces con la realidad, con esa enfermedad que no
tiene cura pero que si podemos empezar a evitar con simples gestos y “ejercicios
de memoria” para poder prepararnos si alguna vez el interruptor salta y el off
se convierte en nuestro compañero de viaje.
Mi abuelo tuvo Alzheimer y le vi
apagarse poco a poco después de pasar por estadios varios como la necesidad de
hablar a toda velocidad y sin sentido, la repetición de frases, el confundir
unas personas con otras, la agresividad, la pasividad, la depresión crónica…
Él, que había sido un hombre
enérgico (por decirlo suavemente), se había convertido en un bebé grande,
sumiso, obediente, que esperaba a que le dieran de comer o le acompañaran a dar
un paseo, que se agarraba a tu brazo y a tus ojos con mirada triste y casi
perdida.
Ese hombre, que no había parado
de trabajar un segundo desde que tenía uso de razón, ahora no era capaz de
articular ni una de esas historias con las que a veces nos martilleaba la
cabeza a mis primos y a mi… lástima no haberle grabado cuando todavía podía hilar
una con otra o cuando me cantaba “chiquitita dime por qué” de ABBA… canción que
siempre va acompañada de su recuerdo cada vez que la escucho.
Su recuerdo, sus recuerdos,
¿quién los guarda ahora? ¿Quién se queda con los recuerdos que los enfermos de
Alzheimer pierden poco a poco? ¿Dónde van?
Existe un Banco de Recuerdos en el que hace ya
algún tiempo reservé un cajoncito para
mi abuelo Fausto y para sus experiencias, pero una vez más, la inmediatez de la
vida, nuestra prisa por vivir, nuestro “lo quiero ahora” me hicieron olvidar su existencia.
Retomo hoy ese cajoncito e
intentaré hablar con la gente que le
conoció, le quiso y hasta le “sufrió” para llenarlo a rebosar, y pretendo hacer
uno para mí, para que mis tres cerditos tengan, un día muy muy lejano, donde
abrir y encontrarse con la que fue su madre, para lo bueno y para lo malo.
#sigosiendoyo #Alzheimer
#reinventandome