domingo, 4 de noviembre de 2018
miércoles, 31 de octubre de 2018
Sentirse huerfana
No somos una familia al uso. Mi
hermana vive fuera y nuestras vidas locas nos impiden vernos todos los días como
lo hacen otras familias, pero no pasa nada. No nos agobiamos con continuas visitas. Tampoco somos mucho de teléfono,
solo llamamos cuando realmente hace falta o cuando realmente queremos saber
algo. No descolgamos el teléfono por bobadas. Si, ya sé, a veces está bien
hacerlo solo para oír una voz “familiar” al otro lado, solo para ver cómo lleva
la mañana o como ha pasado el día, pero… no nos sale…
Los acontecimientos actuales nos
han hecho ver que esto tiene que cambiar, yo intento ver a mis padres más a
menudo y mi hermana llama casi todos los días, pero seguimos siento una familia
un tanto despegaaaaa.
Por eso se me hace duro pensar
que, algún día (espero que muuuuuuy lejano) esa sensación de orfandad llegue a
nuestras vidas y no porque yo lo quiera, si no porque ocurra de verdad.
Y es que, desde hace un tiempo,
llevo preguntándome qué se debe sentir cuando te faltan dos miembros tan importantes
en tu vida.
Recuerdo como reaccioné cuando me
enteré de la muerte de la madre de una chica a la que apenas conocía. Llegue a
casa llorando y lo primero que hice fue abrazar a mi madre y decirla que no podría
vivir sin ella. Se asustó bastante porque hasta que puede contar la razón de mi
llanto desesperado pasó un buen rato.
También recuerdo el funeral del
padre de otra amiga, la vi derrumbarse y sentí tal sentimiento de empatía que mis
lágrimas brotaron como hubiera sido mi padre el que hubiera fallecido.
El año pasado, por estas fechas,
tuve la oportunidad de acompañar a mi madre al cementerio. Ella ya ha enterrado a sus padres y podría
haber hecho LA PREGUNTA, pero no me atreví. No quería hacerla sentir más triste
de lo que ya la veía y, sinceramente, tampoco quería saberlo, no me sentía
preparada.
Y AHORA TAMPOCO.
Sé que es ley de vida, que no nos
podemos quedar aquí para siempre, pero no concibo la idea de no poder verlos
porque YA NO ESTÉN y no porque “no me dé la vida” para verlos.
La solución, sencilla: llamar
todos los días (aunque no tengamos mucho que decirnos) y establecer un
calendario de visitas con horarios para poder hacernos un hueco en
nuestra “apretada agenda”. Vamos, dejar de hacer lo que para nosotros es “lo
normal” es decir, “no agobiar”.
PUES NO LO CREO.
Lo mejor es atesorar momentos DE
CALIDAD, aunque sean POCOS, pero intensos, y esos no se pueden planear, no se
puede “gestionar la agenda” para tenerlos. DEBEN SURGIR.
Esos momentos son mágicos,
inesperados y sobre todo INOLVIDABLES. Esos momentos pueden durar un segundo o
varias horas y tampoco tienen que vivirse haciendo algo extraordinario. Pueden
surgir viendo la televisión o sentados
en el sofá sin hacer absolutamente nada, solo ESTANDO AHÍ. Esos son los
verdaderos MOMENTOS, los de mayúsculas,
subrayado y negrita.
CONCLUSIÓN: Debo asumir que ESE OTRO MOMENTO
(ni siquiera puedo escribirlo) llegará algún día y que no voy a estar
preparada. A lo mejor tengo que hacer de tripas corazón y atreverme a
preguntar. Esa sería otra forma de #reinventarme.
jueves, 4 de octubre de 2018
2 años y 1 mes
Estás en las estrellas. Te veo todas las noches.
Gracias a @pelaeldiente y @damian_gorny
Besos de tu Carmencita
jueves, 13 de septiembre de 2018
MORIR DE ANTICIPACIÓN
Mañana es un día importante para
nosotros. Mañana nos van a comunicar algo que hará que podamos empezar a
escribir en aquel libro en blanco del que os hablé hace ya dos meses. Y mi
subconsciente no me deja de enviar mensajes con posibles futuribles, todos
ellos nada halagüeños.
Sí, es lo que he denominado el síndrome
de “morir de anticipación” o síndrome “de la pitonisa” y que es una de las
tantas cosas que debo evitar para poder #reinventarme.
Os cuento y ya me decís si soy yo
sola u os pasa a vosotros también.
La mayoría de las veces ya sé cómo
va a acabar la película. Y no estoy hablando de los tan de moda SPOILERS, que
yo prefiero denominar “destripes” (por
usar el castellano, que nunca viene de más). Estoy hablando de que, ante una
determinada situación, ya sé cómo va a acabar el asunto. Mi mente se crea “la película
completa” y me cuenta el final en menos que canta un gallo.
Un ejemplo: Veo a uno de los tres
cerditos correr como un poseso por el parque y mi mente me manda un mensajito
que me dice “ya verás cómo termina en el suelo”. Acto seguido de mi garganta
sale un grito desgarrador (soy MAMADRAMAS) diciendo algo así como: “No corras,
que te vas a caer” y, desgraciadamente, ya sea porque mis hijos tienen el gen
torpe muy subido o porque es lo normal en todos los niños, el susodicho resbala
y cae.
Si fuerais malas personas diríais
que, a lo mejor, con mi grito he descolocado al niño y por eso se ha caído o
que yo soy el problema porque soy gafe. No creáis que no lo he pensado, pero no
os quedéis en la punta del iceberg, vayamos a la parte profunda del tema y
motivo de esta entrada de hoy: EL SÍNDROME DE MORIR DE ANTICIPACIÓN.
Decidme: ¿Por qué reaccionamos así?
¿Por qué queremos anticiparnos a los acontecimientos? Y lo más importante ¿Por
qué pensamos SIEMPRE en lo peor?.
Intentaré responder a las tres
preguntas, y os pido que vosotros reflexionéis también sobre ellas.
¿Por qué reaccionamos así? Pues no
lo sé, lo que sí sé es que no conozco a nadie que viva tan despreocupadamente
como para no pensar o vaticinar qué es lo que va a pasar, ni a corto ni a largo
plazo. Vivimos en un mundo en el que el futuro ha pasado a ser prioridad
(pensiones, ahorros, etc.) y el presente solo un día más que tiene que pasar
rápido para que llegue mañana, y así una y otra vez. BUCLE TOTAL.
¿Por qué queremos anticiparnos a
los acontecimientos? Pues entiendo que para poder cambiarlos. Si sabes lo que
va a pasar tienes una remota posibilidad de poder modificarlo y que lo malo
torne a bueno. Pero mirad lo que le pasaba a BILL MURRAY en “Atrapado en el
tiempo” (y no digo más que no quiero destripar la película).
¿Por qué pensamos SIEMPRE en lo
peor? Si, ya sé, para que las cosas buenas pasen hay que ser positivos y ver el
vaso medio lleno, pero, admitidlo, NADIE lo hace, todo el mundo, SIEMPRE, se
pone en lo peor, ya sea porque somos negativos por naturaleza o porque es un
mecanismo de defensa, así, si al final no pasa nada malo por lo menos ya nos habíamos
puesto en guardia.
El caso es que se supone que
debemos vivir el momento y disfrutar de los pequeños placeres diarios que nos
depara la vida, y yo lo intento, y yo quiero hacerlo, pero en estos momentos, “no
me sale”, mi mente me manda uno tras otro mensajes sobre lo que va a pasar y no
me gustan nada de nada, pero no puedo evitar que lo haga y, sinceramente, no sé
si quiero que deje de hacerlo, a lo mejor es solo un mecanismo de defensa, pero
para mí es un desahogo poder ponerme en guardia para lo que pueda pasar.
La esperanza es lo último que se
pierde, y yo la estoy empezando a perder.
Intentaré empaparme de todos esos
mensajes positivos que recibo diariamente por varios canales y que a mi me
ponen algo nerviosa, no se puede ser tan feliz a todas horas, demasiado azúcar es
imposible de digerir y yo soy un poco diabética en estos temas.
Permitidme que haga esta broma
para que terminemos esta entrada de hoy con un poquito de humor, porque ya me había
puesto bastante seria. Aunque no sé yo si se pueden hacer bromas de este tipo,
tal y como está el patio.
En fin, resumiendo, debo evitar
el “síndrome de la pitonisa” para poder #reinventarme y repetir esto como un
mantra hasta creérmelo… jajajajajaja
Besos
Carmencita
martes, 4 de septiembre de 2018
2 AÑOS
He dejado de decir que hadas malditas te
acunaron en el agua.
No consuela.
Partes de ti que ya no tenemos,
años que pasan
sobre tejas de
arena mojada.
Días y sombras
ojos que ya no lloran.
Dos
olas ¿o son dos alas?
Solo tú lo sabes
Besos de tu Carmencita
viernes, 31 de agosto de 2018
TRANSICIÓN TRANQUILA DE AGOSTO A SEPTIEMBRE… EN MIS SUEÑOS.
Hoy es 31, último día de agosto,
el mes en el que todo se paraliza salvo eso que llaman “maternidad/paternidad”
(habría que inventar una palabra SINGENERO) porque cuando se tiene esa profesión, lo de cerrar por
vacaciones no existe, hay que estar dando
el callo las 24 horas de los 365 días del año.
Y es que puede sonar a tópico manoseado,
pero, necesito unas vacaciones para poder reponerme de las vacaciones que han
tenido los tres cerditos, y creo que el LOBO, es decir, mi Santo, también firmaría
por un par de diitas en cualquier lado (véase a la vuelta de la esquina) si eso
significara poder relajarse oyendo sus pensamientos.
No hay padre/madre con el que
hables que no diga que sus hijos están “para regalarlos” porque no hay quien
los aguante. Pues los míos, ni regalaoooos, que lo he intentado en varios
grupos de wasap y na de na, y mira que en el pack van un par de entradas para
el concierto de U2, pues ni por esas.
Que yo no digo que los niños son
niños, que ya sé que tienen que jugar, divertirse y experimentar, pero ¿por qué
no podrán hacerlo en un tono normal?, por qué tienen que andar siempre gritando
e intentando hacer el bruto, que pasamos de la risa al llanto en un pis pas,
con el correspondiente mosqueo parental y la correspondiente reprimenda.
Y mira que a principio de verano todo
son buenas intenciones, que nos rompemos la cabeza buscando cosas interesantes
y novedosas que hacer para que no se aburran, pero, esa bendita palabra siempre
termina aflorando de sus benditas bocas, por mucha plastilina fluorescente o baño de chocolate que te inventes. Al final
terminas repitiendo cual mantra: “el año que viene hay que hacerlo de otra
manera”.
El caso es que llega septiembre y
como quien dice: “la casa sin barrer”. Volvemos al caos, a las carreras, a la
no conciliación entre la vida laboral y la personal y todo porque NO HAY TIEMPO
para nada.
PLANIFICACIÓN se ha convertido en
la palabra mágica que todos utilizamos. Ese encaje de bolillos que tenemos que
hacer para que todo cuadre y no haya fleco suelto que nos deje a los niños sin
atención mientras los padres levantamos España.
Tiramos de extraescolares,
abuelos-nanys y demás estrategias para conseguir cuadrar el planning diario.
Siempre nos quedarán los fines de
semana…
JA!
Mejor no hablar de los fines de
semana. Esos en los que a la gente normal
les da tiempo a salir, hacer actividades chulas, y sobre todo, A RASCARSE LA
BARRIGA a dos manos, lo que todo el mundo conoce como DESCANSAR (otra palabrita
mágica).
¿Cómo lo hacen? NI IDEA, he
buscado en google la receta y no me han aparecido datos. Debe ser que en mi
casa somos TONTOS DEL BOTE pues nuestros fines de semana se han convertido en
una prolongación de las carreras, llenos de tareas hogareñas que hacer como
poner lavadoras, planchar, limpiar, ir a la compra, cocinar para la semana,
etc. Y ya, si acaso, nos quedan unas horitas para ir al parque o bajar a la
piscina.
Lo dicho, debo #reinventarme en
este aspecto y conseguir un equilibrio zen entre las demandas contra el
aburrimiento y la necesidad de desconexión
Ya os cuento si lo consigo
Besos
Carmencita estresaaaaaaaaa
PD. Y que conste que en el titulo he puesto "en mis sueños" por ser diplomática, porque preferiría haber puesto " MIS CXXXXXNES" como bien dice una amigüita/vecina que nos hemos echado en la urba donde vivimos... LUCI, va por tí, maezzzztra. JAJAJAJAJAJA.
PD. Y que conste que en el titulo he puesto "en mis sueños" por ser diplomática, porque preferiría haber puesto " MIS CXXXXXNES" como bien dice una amigüita/vecina que nos hemos echado en la urba donde vivimos... LUCI, va por tí, maezzzztra. JAJAJAJAJAJA.
sábado, 4 de agosto de 2018
Suscribirse a:
Entradas (Atom)